Centro Fonseca

Celebración

Volviendo a la entrada, a la derecha y marcado por un semicírculo de columnas, estÔ el espacio de la asamblea de los fieles. Es un espacio muy distinto del de las naves alargadas que formaban el anterior templo. Subraya una visión mÔs centrada en el altar, con los fieles rodeÔndolo en estilo de asamblea. La bóveda semeja una gran carpa (evocación de las tiendas del pueblo peregrino en el desierto) formada por una celosía de madera que aporta una acústica agradable al templo. Desde las vigas de madera varios focos proyectan gran parte de la luz que ilumina la asamblea de fieles. DetrÔs de la línea de columnas se puede circular sin interferir en las celebraciones. Unos apliques discretos iluminan este paso y el resto de los espacios de circulación de la Iglesia.

Al fondo del altar, un gran panel arquitectónico con varios elementos figurativos da forma a un retablo diferente: seis imÔgenes de bronce componen una escena que recuerda la aparición de Jesús junto al lago Tiberíades (Jn 21). La silueta de una red de pesca, que vincula las imÔgenes mÔs bajas, refuerza esta idea. No en vano A Coruña es puerto de mar.

En el centro, la única de las imÔgenes que parece acabada, con el rostro definido y las huellas de la cruz marcadas en sus manos y pies, representa claramente al Señor. Es un Resucitado que parece estar ascendiendo. A su espalda se insinúa una cruz formada por la luz que surge de cuatro cuadrados. Se pretende significar que no se puede entender la cruz disociada de la Resurrección y que la Resurrección estÔ precedida por la cruz. Esta visión de la cruz impresiona por lo masivo de los bloques de piedra, pero el Señor no estÔ ya atrapado por la cruz ni sometido a la gravedad de la enorme masa que la representa. Es la única de las figuras de esta escena que aparece completamente humanizada, habiendo ya alcanzado la plena expresión de su verdad a través de su corporeidad resucitada. Las otras cinco imÔgenes, con el rostro esbozado y sin terminar, estÔn vueltas y orientadas hacia el Resucitado; en el centro de estas imÔgenes un cilindro vacío vertebra la imagen con luz, signo de la apertura al Espíritu que envía la figura central, el Resucitado. Como nosotros en esta vida, se encuentra en proceso de llevar a plenitud su humanidad nueva.

La imagen es grandiosa por su dimensión y por sus volúmenes.

A la derecha del altar y fuera del presbiterio según la nueva sensibilidad litúrgica, estÔ la imagen de Santa María del Mar y, a la izquierda del altar, con el sagrario en medio, se encuentra el órgano de la antigua iglesia con sus tubos a la vista. Ha sido remodelado para ubicarlo en este lugar y se ha completado con una trompetería de batalla: es, según la valoración del musicólogo P. López Calo, un órgano romÔntico de especial calidad.

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